“Cordialidad obligatoria: cómo fingir que te caen bien…”
Porque no hace falta quererse.
Hace falta comportarse.
Hay padres que no soportan a los profesores.
Y hay profesores que no tragan a ciertos padres.
Sorpresa: no es necesario que se gusten.
Pero sí es necesario que se respeten.
Y que no arrastren al niño a sus rencillas mal gestionadas.
¿No te cae bien la tutora de tu hijo?
No hace falta que la invites a tu boda.
Solo hace falta que no la sabotees delante de tu criatura.
Tu hijo no necesita saber que a ti no te gusta.
Necesita saber que tú entiendes lo que es una figura de autoridad.
¿No aguantas a ese padre que siempre llega con tono chulesco?
No lo pongas en ridículo delante de su hijo.
No lo imites en la sala de profesores.
No respondas con la misma falta de tacto.
El que queda retratado no es él.
Eres tú.
¿La relación está tensa? ¿Ha habido roces?
Perfecto.
Eso se llama “vida adulta”.
Gestionar tensiones sin convertirlas en guerras.
Eso es lo que sí educa.
Padres y profesores no necesitan llevarse bien.
Necesitan ser civilizados.
Porque si los adultos se comportan como adolescentes, el niño crece pensando que madurar es opcional.
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