«El silencio como cómplice»
Cuando los adultos miran a otro lado
Docentes que lo ven, pero callan, familias que lo sospechan, pero no quieren líos.
El agresor crece cómodo, porque nadie se atreve a pararlo de verdad.
Los testigos adultos saben lo que pasa.
Lo ven.
Lo intuyen.
Pero callan, porque actuar incomoda.
En el aula, en el patio, en los grupos de padres.
Todos hablan… pero nadie se mete.
El niño acosador crece impune, porque los adultos bajan la mirada mientras él la levanta para humillar.
No es solo lo que el niño hace. Es lo que tú permites cuando no haces nada.
Y el silencio educa.
¿Y si es tu hijo el que lo hace? ¿Tienes el valor de educarlo o solo lo defiendes?
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