“El alumno intocable e inocente, sentencia para otros”
Cuando la autoridad se deshace y el respeto se pierde, no se trata solo de un aula descontrolada: es el caldo de cultivo perfecto para que el acoso escolar florezca sin freno.
La impunidad que hoy aceptamos, la desautorización constante del profesorado y el ninguneo de las normas, son la antesala de la violencia silenciosa que arruina vidas.
Estamos condenándolos a enfrentar una guerra mucho más dura.
La próxima temporada no será un juego de palabras: será la cruda realidad del acoso escolar, alimentado por un sistema roto desde casa.
Educar también es para casa.
Si no, preparaos para lo que viene.
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