«¿Dónde están los padres del que acosa?»
Están.
Para negar, justificar o cargar contra quien denuncia.
“Mi hijo no haría eso”, “seguro que fue provocación”, “no se puede decir nada ya”.
Educación a base de excusas y una brújula moral que apunta siempre fuera.
Están.
Pero no lo saben. O no quieren saberlo.
O peor: lo niegan todo.
—“Mi hijo no haría eso.”
—“Seguro fue en defensa propia.”
—“Ya no se puede decir ni pío sin que te llamen acosador.”
La defensa ciega del hijo se convierte en un blindaje moral. No le enseñan a reparar el daño, sino a justificarlo. Y así, con cada excusa, se educa un acosador en casa.
Si tu hijo acosa y tú lo excusas, no eres protector.
Eres cómplice.
Y así se forja el tirano de patio.
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